sábado, 6 de febrero de 2016

LOS LIBROS ADECUADOS.




La tradición siempre ha defendido que "la legitimidad de un relato solo se alcanza a través de la distancia de tercera persona". No soy una gran aficionada a las tradiciones; pero, al menos en este sentido, debo ponerme de su lado. Antes de nada, explicaré los principales tipos de "yo" que podemos encontrar un la literatura: el primero, es un "yo" profundamente narcisista, que alimenta la vanidad del lector; y en segundo lugar, encontramos otro que habla en sintonía "con el nosotros", que habla de problemas comunes. El primer "yo" del que hablamos se ha apoderado de los textos actuales; y, en consecuencia, los géneros literarios han sufrido una gran degradación: se ha olvidado el componente de crítica social con el que nacieron numerosos géneros, como la novela negra; confundimos la novela romántica con la rosa; se escribe para alimentar los problemas sociales y culturales (machismo, patriarcado, consumismo), no ya para solucionarlos o hacer al lector reaccionar o tomar consciencia de ellos, sino para hacerlo partícipe; encontramos escritores superventas que pecan de embaucadores, y que someten a sus fieles lectores a la ignorancia; en los escaparates vemos libros facilones y ultracomerciales de andar por casa. ¿El culpable? El capitalismo, ¡qué raro! Su intrusión en el mundo literario ha empobrecido notablemente la calidad de los libros y ha aumentado sus precios. Parece que estamos retrocediendo al tiempo en que el placer de la lectura se reservaba a aquellos dotados de una buena situación económica. Los libros tienen unos precios desorbitados, y vamos subiendo. Respeto profundamente el trabajo de los escritores y todo el trabajo que conlleva la elaboración de un libro, pero lo cierto es que se está volviendo más barato cualquier vicio que ser aficionado a la lectura. Los autores (siempre contrarreloj) firman contratos con editoriales que solo quieren producir más y más. Dichas editoriales desplazan a aquellos escritores que hacen literatura social, que expresan una opinión radical que nos aleja de nuestra zona de confort, prefiriendo dar la mano a otros que simplemente buscan ganar dinero fácil haciendo literatura fácil. A veces me resulta increíble que alguno autores, a pesar de estar muy bien considerados en el mundo literario, a penas vendan libros, o de que sus ventas no se puedan ni comprar con las de algunos autores de Best-Seller. También los escritores se someten a las reglas del juego que plantean dichos contratos: es evidente que todos tenemos que comer, cada uno se gana la vida como buenamente puede, pero siento mucha admiración por aquellos ( aunque no lo parezca, existen) que no se dejan someter, y que van contra todo lo establecido, pues lo establecido es bien sabido que no siempre es lo más acertado. Puede parecerlo, pero no estoy hablando en absoluto de élites, ni de la superioridad de algunos autores o libros, sino de que a la hora de seleccionar nuestras lecturas lo hagamos con la conciencia de que la única función de la literatura no es entretener, sino también aprender, transmitir, ayudarnos a razonar, hacernos crecer, entre muchas otras cosas. Nosotros mismos, los lectores (entre los que, por supuesto, me incluyo), estamos contribuyendo a esta degradación de la literatura, no solo las editoriales o los escritores tienen la culpa de ello.  La lectura también es un ejercicio de reflexión, de formación; pero en una sociedad tan desquiciada como en la que vivimos, no podemos disponer del tiempo y de la tranquilidad que requiere dicho ejercicio, por lo que nos lanzamos a por libros que no tengamos que descodificar, libros que vengan resueltos por sí mismos, que nos cuenten una historia cualquiera y adiós muy buenas.
No pienso que unos libros sean más adecuados o mejores que otros; por el contrario, pienso que todos los libros son buenos y que con todos ellos podemos disfrutar, pero también tengo la firme convicción de que nos estamos convirtiendo en borregos, de que si antes una mente cultivada por la literatura hacía la diferencia, ahora no se aleja mucho de las que no lo han sido.

¡Buenas noches!





jueves, 4 de febrero de 2016

PERSUASIÓN; JANE AUSTEN.

Nombre: Persuasión.
Autor: Jane Austen.
Editorial: Plutón.
Fecha de publicación original: Diciembre de 1818.
Género: Novela romántica.
Adaptaciones: Persuasión (1995)/ Persuasión (2007).
Número de páginas: 336.
SinopsisÚltima novela de la autora, publicada póstumamente en 1818, Persuasión narra la historia de una mujer en su madurez, una mujer sensible, paciente y menospreciada, que, años después de haber rechazado, persuadida por un mal consejo, al hombre que amaba, ve cómo este reaparece en su vida, rico y honorable pero aún despechado. Una mujer, en suma, que quizá por primera vez en la historia de la novela debe luchar para que el amor le conceda una segunda oportunidad. Como telón de fondo, un logrado retablo familiar y una maravillosa recreación de época.


Opinión.

En este libro no he podido encontrar ni la armonía, ni la comedia, ni la ironía que caracterizan a la obra de Austen. Sinceramente, a pesar del espesor de los pensamientos y reflexiones de Emma, me ha parecido este libro menos definido y más monótono. Contiene toda la emoción que puede aportar un romance contrariado, pero está se reúne al final en unas pocas páginas, con la carta de capitán Wentworth (un poco tarde, tras 300 páginas de retenciones). Algo hay (pero muy poco) de la defensa del carácter femenino en esta obra, a penas unos simples comentarios sobre que las mujeres siempre aparecen retratadas en los libros como seres frágiles y sensibles, pues quienes usan la pluma son los hombres.
La protagonista principal es Anne Elliot, una heroína sensata, sensible, inteligente e instruida de 27 años que cree haber perdido la oportunidad de contraer matrimonio. En esta época, una mujer de 27 años ya había perdido toda esperanza de casarse, había perdido la juventud. Cuando aún era "joven", se dejó persuadir por Lady Rusell (la mejor amiga de su difunta madre) para abandonar la idea de casarse con Federick Wentworth (un joven marino), porque no estaba a la altura de una Elliot. Así, Anne, una muchacha de principios y sentimientos inquebrantables, abandonó la idea de casarse. Por otra parte, aunque es muy apreciada, útil y querida en sociedad, su familia siempre la deja de lado y le da poca importancia a sus opiniones y sentimientos. Además, tiene que lidiar con el gran orgullo de su padre y de su hermana mayor, quienes se creen muy por encima de todos los demás por poseer el apellido Elliot. Debido a los excesos y la altanería de ambos, se ven obligados a abandonar Kellynch hall, la que había sido la prestigiosa residencia de la familia, y trasladarse a una casa más modesta en Bath.
La historia se centra en el regreso de Federick Wentworth, después de ocho años. Este regresa como el capitán Wentworth, que ha ganado en los mares más dinero del que cualquiera podría haber imaginado. Es un joven al que todos admiran, reúne todas las características necesarias para ser querido en la sociedad del siglo XIX: un hombre atento, caballeroso, agradable, con predisposición a la conversación, alegre, elegante, con muy buenas formas, extrovertido y, sobre todo, muy rico. Vamos, lo que llamaríamos en la actualidad un soltero de oro (aunque, personalmente, ninguno se ponga la altura de el señor Darcy). Cuando Anne vuelve ha verlo, se da cuenta de que no ha dejado de tener los mismo sentimientos que tenía por él ocho años atrás, cuando lo rechazó. Entonces, comienzan los conflictos internos de los personajes (300 páginas, concretamente): durante gran parte de la obra Anne cree que el capitán Wentworth siente odio hacia ella, y pierde la esperanza de poder recuperarlo; para luego recobrarla.
Los personajes secundarios, ponen en relieve las diferentes personalidades que podríamos encontrar en la sociedad, y son todos muy interesantes, aunque no he encontrado la definición que he encontrado en otros libros de la autora:
Sir Walter Elliot refleja el orgullo y la altanería de algunos hombres de la época, que llegan incluso a arruinarse a sí mismos y sus familias con tal de mantener un nivel de vida superior de que se pueden permitir. Era algo muy habitual en la época, pues estas personas eran completamente sociales, y dependían en gran parte de las opiniones de sus vecinos y amigos. Podríamos definir a Isabel, la hermana mayor de Anne, igual de orgullosa y pretenciosa que su padre. Se llevan genial por esto, pues se reconocen el uno en el otro.
En cambio, la hermana menor, Mary, es una señora hipocondríaca, muy simplona y con muchos aires de grandeza que no hace sino atormentar a su paciente marido Charles Musgrove. Antes de pedir la mano de Mary se lo había propuesto a Anne, pero está lo había rechazado porque no le amaba, a pesar de que Lady Rusell intentó convencerla, por segunda vez, de contraer matrimonio con él. Mary ha sido uno de los personajes más insoportables que he encontrado en toda la literatura, de verdad, en un ser destinado al sufrimiento ajeno.
Lady Rusell era la mejor amiga de la difunta madre de las hermanas; y, tras la muerte de la señora Elliot, ella se hizo cargo de las niñas. Es la imagen de la cordura, del decoro, de la corrección, del ahorro. En un primer momento, la tenía entre ceja y ceja por haber convencido a Anne de no casarse con Wentworth, pero el avance de la historia muestra a una mujer realmente interesada en la felicidad de la familia, especialmente en la de Anne, a la que aprecia muy por encima de todos los demás Elliot. Sin embargo, no acaba de gustarme esta señora.
El almirante y Sophia Croft son el cuñado y la hermana del capitán Wentworth, respectivamente. Son los típicos enamorados que solo buscan tener tiempo a solas para manifestarse amor y cariño. Son la representación de lo ideal: tienen una buena posición y (aquí está lo raro) se aman y se comprenden a la perfección.
En mitad de la historia aparece un primo de los Elliot, señor William Elliot, quien el es el futuro heredero del padre de Anne. Representa el lobo con la piel de cordero, la avaricia y el egoísmo. Se casó con una mujer rica; y, ahora que ya tiene toda la fortuna que había deseado, aspira a conseguir el título de la nobleza. Sir Walter Elliot cortó sus relaciones con él, ya que este mostraba muy poco interés en mantenerlas. Cuando se entera de que Sir Walter está en Bath, en compañía de su hija Isabel y de la ambiciosa viuda Clay, ve peligrar su herencia; por lo que va a Bath a recuperar la relación con su tío y sus primas. Se le presenta como un gran caballero, que reúne todas las cualidades del capitán Wentworth, añadiéndole la juventud. Sus intenciones son descubiertas por una vieja amiga de Anne que vive en Bath, la señora Smith
Los demás son los que componen a la familia de los Musgrove, la familia de Charles Musgrove. No tienen una gran relevancia en la historia, pero están muy presentes porque Anne, antes de marcharse a Bath con su padre y su hermana mayor, pasa unos meses con su hermana Mary a causa de las enfermedades ficticias que la amargan. Louisa y Henrietta son las dos hermanas de Charles. El capitán Wentworth intentó enamorar a Louisa, pero se alegró de que esta finalmente decidiese casarse con el capitán James Benwick
En definitiva, no me ha decepcionado tanto como otros han expresado en sus opiniones, pero si que ha dejado bastante que desear en muchos aspectos. Por lo menos, siempre nos quedará la sensación que causa la dichosa carta del capitán Wentworth.
¡Buenas noches!